-
La suerte que tuve, la hice. Nunca fui un atleta nato, pero pagué mis deudas con sudor y concentración y me tomé el tiempo necesario para aprender kárate y convertirme en campeón del mundo.
La suerte que tuve, la hice. Nunca fui un atleta nato, pero pagué mis deudas con sudor y concentración y me tomé el tiempo necesario para aprender kárate y convertirme en campeón del mundo.