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Algunas personas se sienten culpables de sus angustias y las consideran un defecto de fe, pero son aflicciones, no pecados. Como todas las aflicciones, son, si sabemos asumirlas, nuestra participación en la pasión de Cristo.
Algunas personas se sienten culpables de sus angustias y las consideran un defecto de fe, pero son aflicciones, no pecados. Como todas las aflicciones, son, si sabemos asumirlas, nuestra participación en la pasión de Cristo.