Resulta que en Estados Unidos vivimos en un país del tercer mundo desde el punto de vista del desarrollo económico y social. Ayer volví de New York y tomé el tren más rápido del país, el Acela. Mi mujer y yo cogimos el tren Nueva York-Boston hace sesenta años -entonces no se llamaba Acela- y creo que ha mejorado unos quince minutos desde entonces. En cualquier otro país del mundo sería aproximadamente la mitad de tiempo. De hecho, cuando circula por la autopista de Connecticut apenas mantiene el ritmo del tráfico, lo cual es escandaloso.