-
No tengo paciencia para la injusticia, ni tolerancia para la incompetencia gubernamental, de la que hay tanta. No siento simpatía por los dirigentes que fallan a sus ciudadanos. Cuando personas inocentes sufren porque nuestro sistema político carece de la voluntad, el coraje o la decencia básica para hacer cumplir nuestras leyes, o peor aún, porque se ha vendido a algún grupo de presión empresarial por dinero, no puedo mirar hacia otro lado.