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  • Supongamos que no quiere insistir en la urgencia del Evangelio. Imagínese que usted es hipercalvinista y cree que la salvación de las personas es un asunto que depende de la soberanía de Dios. Bueno, si ese es el caso, nunca habrá la súplica sincera que se vería en un Spurgeon o un Edwards, o en el Apóstol Pablo cuando derrama su corazón en Romanos 9 y 10 por el pueblo judío.

    Fuente: matthiasmedia.com