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  • Pero en lugar de intentar comprenderlas y superarlas, como deberían hacer los líderes, las campañas [presidenciales] a menudo se han limitado a canalizar estas emociones negativas. Esto ha hecho que el contenido y el tono de gran parte del debate no sólo sean desagradables y poco estimulantes, sino que la acritud y la división no son saludables para nuestra democracia.

    Fuente: www.commonwealmagazine.org