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  • Nos divertiremos con las formas que se nos dan: un rostro humano, una mano, el pecho de una mujer o el cuerpo de un hombre, una expresión alegre o apenada, los mares infinitos, las rocas salvajes, el lenguaje melancólico de los árboles negros en la nieve, la fuerza salvaje de las flores de primavera y el pesado letargo de un caluroso día de verano, cuando Pan, nuestro viejo amigo, duerme y los fantasmas del mediodía susurran. Sólo esto basta para hacernos olvidar el dolor del mundo, o para darle forma.