-
Las mejores mentes os dirán que cuando un hombre ha engendrado un hijo está moralmente obligado a cuidarlo con ternura, protegerlo de todo daño, protegerlo de toda enfermedad, vestirlo, alimentarlo, soportar sus caprichos, no ponerle la mano encima más que con bondad y por su propio bien, y en ningún caso infligirle una crueldad gratuita. El trato de Dios a sus hijos terrenales, cada día y cada noche, es exactamente lo contrario de todo eso, y sin embargo las mejores mentes justifican calurosamente estos crímenes, los condonan, los excusan, y se niegan indignadamente a considerarlos crímenes en absoluto, cuando él los comete.