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  • Es deber de un prudente ministro de Dios mantener su ministerio en honor y procurar que sea respetado por los que están a su cargo. Más aún, es deber de un ministro fiel no excederse en sus poderes y no abusar de su cargo con orgullo, sino, más bien, administrarlo en beneficio de sus súbditos.

    Martin Luther (1961). “Lectures on Romans”, p.6, Westminster John Knox Press