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  • Mientras que una falsificación explota ilegalmente el gusto elitista por la rareza, un objeto kitsch insiste en su disponibilidad antielitista. El carácter engañoso del kitsch no reside en lo que pueda tener en común con la falsificación real, sino en su pretensión de suministrar a sus consumidores esencialmente los mismos tipos y cualidades de belleza que los encarnados en originales únicos o raros e inaccesibles.