Mi actitud personal hacia los ateos es la misma que tengo hacia los cristianos, y se regiría por un texto muy ortodoxo: "Por sus frutos los conoceréis". No juzgaría a un hombre por los presupuestos de su vida, sino sólo por los frutos de su vida. Y los frutos -los frutos relevantes- son, diría yo, el sentido de la caridad, el sentido de la proporción, el sentido de la justicia. Y tanto si el hombre es ateo como cristiano, yo lo juzgaría por sus frutos, y por eso tengo muchos amigos agnósticos.