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  • Para mí no hay imagen más deprimente que la de un niño de cinco años mirando fijamente una pantalla, sin sonreír, con el ratón en la mano. Además de las terribles consecuencias que esta exposición prolongada a las pantallas tiene en sus cerebros, los juegos de ordenador tienden a ser asuntos solitarios y producen pocas risas.

    "The joy of traditional games" by Tom Hodgkinson, www.theguardian.com. December 10, 2010.