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  • Dame un espíritu que en el mar agitado de esta vida ame que sus velas se llenen de un viento lujurioso, incluso hasta que sus velas tiemblen, sus mástiles se quiebren, y su barco se hunda tanto que beba agua y su quilla surque el aire.

    George Chapman (1990). “The Conspiracy and Tragedy of Charles Duke of Byron”, p.35, Manchester University Press