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  • Cuando finalmente terminó la guerra (I Guerra Mundial), fue necesario que ambos bandos mantuvieran, e incluso inflaran, el mito del sacrificio para que todo el asunto no se viera como lo que era: un desperdicio sin sentido de millones de vidas. Lógicamente, si la flor de la juventud había sido cortada en Flandes, los supervivientes no eran la flor: los muertos eran superiores a los vivos traumatizados. De este modo, la destrucción virtual de una generación aumentó aún más la distancia entre los viejos y los jóvenes, entre lo oficial y lo no oficial.