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  • Dios saciará al hambriento porque Él mismo ha despertado el hambre. Como en el caso de la oración, cuando Dios prepara el corazón para orar, prepara Su oído para oír (Sal. 10:17). Así en el caso del hambre espiritual, cuando Dios prepara el corazón para tener hambre, Él preparará Su mano para saciar.