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Pero aquel que ha sido ferviente en el amor al conocimiento y a la verdadera sabiduría, y ha ejercitado su intelecto más que cualquier otra parte de él, debe tener pensamientos inmortales y divinos. Si alcanza la verdad, y en la medida en que la naturaleza humana es capaz de participar de la inmortalidad, debe ser inmortal por completo.