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Sin embargo, ni el canto de los pájaros ni el dulce aroma de las diferentes flores, en olor y en tono, podrían hacerme contar una historia de verano, o arrancarlas de su orgulloso regazo donde crecían; ni me maravillaba del blanco del lirio, ni alababa el profundo bermellón de la rosa; no eran más que dulces, sino figuras de deleite, dibujadas a partir de ti, patrón de todas ellas.