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  • En la visión más antigua, la diosa Universo estaba viva, ella misma orgánicamente la Tierra, el horizonte y los cielos. Ahora está muerta, y el universo no es un organismo, sino un edificio, con dioses descansando en él lujosamente: no como personificaciones de las energías en sus modos de funcionamiento, sino como inquilinos de lujo, que requieren servicio. Y el Hombre, en consecuencia, no es como un niño nacido para florecer en el conocimiento de su propia porción eterna, sino como un robot formado para servir.