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Los niños son sin duda los comensales más desconfiados del mundo. Comerán barro (crudo o cocido), piedras, pasta, ceras, bolígrafos, peces de colores en movimiento, colillas y comida para gatos. Intenta meterles en la boca un poco de estofado de ternera y te mirarán como a un cachorro cuando te pongas a su lado con el periódico del domingo enrollado.