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  • La casa estaba inmaculada, como siempre, ni un pelo suelto por ninguna parte, ni un copo de caspa ni una toalla arrugada. Incluso las rosas de la mesa del comedor contenían el aliento. Una especie de limpieza sin aire que siempre me daba ganas de estornudar.

    Sandra Cisneros (2007). “Vintage Cisneros”, p.52, Vintage