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  • ¿Puede imaginarse algo tan ridículo que esta miserable y desdichada criatura, que ni siquiera es dueña de sí misma, sino que está sujeta a las injurias de todas las cosas, se llame a sí misma dueña y emperadora del mundo, del que no tiene poder para conocer la menor parte, y mucho menos para mandarlo todo?

    Michel de Montaigne, William Hazlitt (1860). “The Works of Michael de Montaigne: Comprising His Essays, Letters, and Journey Through Germany and Italy”, p.231