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El hombre que lo lee todo es como el que lo come todo: no puede digerir nada, y la pena de abarrotar la mente con pensamientos ajenos es no tener pensamientos propios.
El hombre que lo lee todo es como el que lo come todo: no puede digerir nada, y la pena de abarrotar la mente con pensamientos ajenos es no tener pensamientos propios.