Autores:
  • De niño, una vez vi un carro de melones que me tentó mucho. Me acerqué sigilosamente al carro y robé un melón. Me metí en el callejón para devorarlo, pero nada más hincarle el diente me detuve, presa de una extraña sensación. Llegué a una rápida conclusión. Con firmeza, me acerqué al carrito, volví a colocar el melón en su sitio y cogí uno maduro.