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  • La piedad es el único alivio propio y adecuado del hombre que decae. El que envejece sin esperanzas religiosas, a medida que declina en la imbecilidad, y siente que los dolores y las penas se agolpan incesantemente sobre él, cae en un abismo de miseria sin fondo, en el que cada reflexión debe hundirlo más y más.

    Samuel Johnson, Arthur Murphy, Francis Pearson Walesby (1825). "The Works of Samuel Johnson, LL.D.: The Rambler", p.330