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El impuesto fijo lo obtuve en mi primer encuentro con Margaret Thatcher, a la que admiraba mucho y que era una gran admiradora de Milton Friedman. Me reuní con ella por primera vez cuando llevaba unos meses como primer ministro, creo, y cuando le conté lo que pensaba hacer, me miró con unos ojos enormes y me dijo: "Eres un joven valiente". Y luego me introdujo un poco en las realidades del mundo occidental sobre las que yo no estaba muy bien informado. Pero no me detuve.