Autores:
  • A lo largo de los años hemos aprendido que, si queríamos, podíamos escribir cualquier cosa que nos hiciera sentir bien o que sonara bien, sin que necesariamente tuviera que tener un significado concreto para nosotros. Por extraño que nos pareciera, los críticos se encargaban de interponer sus propios significados en nuestras letras. A veces nos sentábamos a leer las interpretaciones que otros hacían de nuestras letras y pensábamos: 'Oye, está bastante bien'. Si nos gustaba, nos callábamos la boca y aceptábamos el reconocimiento como si fuera lo que siempre habíamos querido decir.