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  • Durante los últimos ochenta años he empezado cada día de la misma manera. No es una rutina mecánica, sino algo esencial en mi vida diaria. Voy al piano y toco dos preludios y fugas de Bach. No puedo pensar en hacer otra cosa. Es una especie de bendición para la casa. Pero ese no es su único significado para mí. Es un redescubrimiento del mundo del que tengo la dicha de formar parte. Me llena de conciencia de la maravilla de la vida, de un sentimiento de la increíble maravilla de ser un ser humano.