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  • Pero el alma de África, su integridad, el pulso lento e inexorable de su vida, es propio y de un ritmo tan singular que ningún forastero, a menos que esté impregnado desde la infancia de su latido interminable y uniforme, puede esperar experimentarlo jamás, excepto como un espectador podría experimentar una danza de guerra masai sin saber nada de su música ni del significado de sus pasos.

    Beryl Markham (2012). “West with the Night”, p.19, Open Road Media