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Cuando uno está sin ego, se libera inmediatamente de todos los juicios personales y percibe la vida y el mundo con ojos y mente divinos.
Nada les resulta ofensivo y permanecen siempre en perfecta serenidad y paz.
Cuando uno está sin ego, se libera inmediatamente de todos los juicios personales y percibe la vida y el mundo con ojos y mente divinos.
Nada les resulta ofensivo y permanecen siempre en perfecta serenidad y paz.