Con los años, he descubierto que o vivo la vida o escribo sobre ella. Parece que no puedo hacer las dos cosas a la vez: tengo que hacerlo secuencialmente. Cuando escribo sin cesar, pierdo el contacto con los temas y las pasiones que alimentan mi trabajo. Pero cuando me involucro demasiado en organizaciones o movimientos, casi olvido que soy escritora. Es una lucha constante encontrar el equilibrio entre estos dos mundos: la vida de escritora solitaria y la vida de activista por la justicia social.