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  • La superstición, ese horrible íncubo que habitaba en las tinieblas y rehuía la luz, con sus estantes, sus cálices envenenados y sus asquerosas corrientes de aire para dormir, está desapareciendo sin retorno. La religión no puede desaparecer. La quema de un poco de paja puede ocultar las estrellas del cielo; pero las estrellas están ahí y volverán a aparecer.

    Thomas Carlyle (1876). “The Carlyle Anthology”, p.253