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  • La mayoría de las madres que se incorporan al mercado laboral fuera del hogar son ingenuas. Se tambalean en casa cada noche, con el correo entre los dientes, la limpieza sobre el brazo, una chuleta de cordero descongelándose bajo cada axila, haciendo equilibrios con dos galones de leche congelada entre las rodillas, y esperan que uno de los niños abra la puerta.