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  • Cuando Eva fue traída a Adán, él se llenó del Espíritu Santo, y le dio el más santificado, el más glorioso de los apelativos. La llamó Eva, es decir, la Madre de Todos. No la llamó esposa, sino simplemente madre, madre de todas las criaturas vivientes. En esto consiste la gloria y el ornamento más precioso de la mujer.

    Martin Luther, Jules Michelet (1846). “The Life of Luther”, p.262