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No dudo de que la piedad genuina es la fuente de la paz del espíritu; nos permite soportar las penas de la vida, y disminuye los dolores de la muerte: no puede decirse lo mismo de la hipocresía.
No dudo de que la piedad genuina es la fuente de la paz del espíritu; nos permite soportar las penas de la vida, y disminuye los dolores de la muerte: no puede decirse lo mismo de la hipocresía.