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  • el Estado sólo aspira a inculcar en su público aquellas cualidades por las que se obedecen sus demandas y se llena su erario. Su mayor logro es la reducción de la humanidad a un mecanismo de relojería. En su atmósfera, todas aquellas libertades más finas y delicadas, que requieren tratamiento y espaciosa expansión, inevitablemente se secan y perecen. El Estado requiere una máquina de pagar impuestos en la que no haya ningún problema, un erario público en el que nunca haya déficit, y un público monótono, obediente, incoloro, sin espíritu, que se mueva humildemente como un rebaño de ovejas a lo largo de una carretera recta entre dos muros.