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El Señor es un buen psicólogo: conoce el funcionamiento de nuestra mente. Las turbulencias pueden ser el modo que tiene el Señor de tocarnos el hombro y decirnos: "No te olvides de mí".
El Señor es un buen psicólogo: conoce el funcionamiento de nuestra mente. Las turbulencias pueden ser el modo que tiene el Señor de tocarnos el hombro y decirnos: "No te olvides de mí".