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  • En una época en la que podemos proyectar una imagen y puntuar esa imagen basándonos en los comentarios inmediatos de Facebook y Twitter, convirtiendo así la vida en un videojuego y en una falsa realidad compuesta de mentiras, lo que se pierde es una alegre obsesión por la obra que creamos desde el más puro de los motivos, una alegría pura en el propio acto de creación que nos hace perdernos en otra cosa y, en cierto modo, morir a nosotros mismos por el amor absoluto a una cosa que estamos insuflando vida.