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Los periodistas nunca fueron concebidos para ser los animadores de una sociedad, los conductores de los aplausos, los aduladores. Trágicamente, ese es el papel que se les asigna en las sociedades autoritarias, pero aquí no, todavía no.
Los periodistas nunca fueron concebidos para ser los animadores de una sociedad, los conductores de los aplausos, los aduladores. Trágicamente, ese es el papel que se les asigna en las sociedades autoritarias, pero aquí no, todavía no.