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  • Cuando el pueblo alemán, confiando en las promesas hechas por el presidente Wilson en sus Catorce Puntos, depuso las armas en noviembre de 1918, se puso fin a una lucha fatídica de la que tal vez pudieran responsabilizarse algunos estadistas, pero no los propios pueblos.
    La nación alemana libró una lucha tan heroica porque era sincera en su convicción de que había sido atacada injustamente y, por lo tanto, estaba justificado que luchara. el Tratado de Paz de Versalles no parecía tener el propósito de devolver la paz a la humanidad, sino más bien de perpetuar el odio.