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Tengo un gran editor y disfruto, de forma masoquista, siendo implacable con mi propia actuación. Yo qué sé, pero creo que se me da bastante bien decir: "Eso no está bien. Eso no vale. Ya está. Ya está. Eso es bueno". Y estoy con el editor que dice: "No, creo que te equivocas. Eso no es lo mejor". Hay un punto inicial en la edición, si te estás dirigiendo a ti mismo, especialmente en mi caso, donde dices: "Ouch, ouch, ouch, no puedo ver esto". Y luego, hay un punto en el que te vuelves duro y te quitas la neurosis de encima y dices: "¿Qué está funcionando? Eso está bien. Eso está bien. Podemos perder eso, y perder eso". Te vuelves objetivo al respecto.