En general, el mundo occidental ha perdido el concepto del hombre como criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, y lo ha reducido a una parte componente del universo, a un animal económico o a una "bolsa fisiológica llena de libido psicológica". Una vez que el hombre se materializó y atomizó en el pensamiento occidental, era natural que surgiera un totalitarismo para reunir los fragmentos en una nueva totalidad y sustituir al hombre individual aislado de toda responsabilidad social por el hombre colectivo.