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Acechando de tronco en tronco, o hundiendo sus largas patas en el pantano viscoso, dos grandes garzas no prestaron atención a mi presencia, sino que se ocuparon de sus propios preparativos para pescar, como si la naturaleza salvaje fuera suya.
Acechando de tronco en tronco, o hundiendo sus largas patas en el pantano viscoso, dos grandes garzas no prestaron atención a mi presencia, sino que se ocuparon de sus propios preparativos para pescar, como si la naturaleza salvaje fuera suya.