La mente inmortal, superior a su destino, en medio del ultraje de las cosas externas, firme como la sólida base de este gran mundo, descansa sobre sus propios cimientos. ¡Soplad, vientos! Olas, truenos, haced rodar vuestras tempestades. ¡Temblad, viejos pilares del cielo de mármol! Hasta que sus orbes y todos sus mundos de fuego se desprendan de sus asientos; sin embargo, todavía serena, la mente invicta mira hacia abajo sobre el naufragio; y cada vez más fuerte a medida que avanzan las tormentas, firme a través de la ruina cerrada mantiene su camino, cuando la naturaleza lo llama a la meta destinada.