Autores:
  • Nuestros anhelos son añoranzas del cielo; nuestros suspiros son por Dios, como los niños que lloran dormidos lejos de casa, y sollozan en su sueño, sin saber que sollozan por sus padres. Los gemidos inarticulados del alma son los afectos que anhelan el Infinito, sin tener a nadie que les diga qué es lo que les aflige.

    Henry Ward Beecher (1860). “Life thoughts”, p.67