Existe una ley que no está escrita en ninguna parte, sino que es innata en nuestros corazones; una ley que nos llega no por formación, costumbre o lectura, sino por derivación, absorción y adopción de la propia naturaleza; una ley que nos ha llegado no por teoría, sino por práctica, no por instrucción, sino por intuición natural. Me refiero a la ley que establece que, si nuestras vidas corren peligro por conspiraciones o violencia o ladrones armados o enemigos, todos y cada uno de los métodos para protegernos son moralmente correctos.