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  • La naturaleza que nos formó de cuatro elementos, Guerreando dentro de nuestros pechos por regimiento, Nos enseña a todos a tener mentes aspirantes: Nuestras almas, cuyas facultades pueden comprender La maravillosa arquitectura del mundo, Y medir el curso de cada planeta errante, Aún escalando tras el conocimiento infinito, Y siempre moviéndose como las esferas inquietas, Quiere que nos esforcemos, y nunca descansemos, Hasta que alcancemos el fruto más maduro de todos, Esa dicha perfecta y única felicidad, La dulce fruición de una corona terrenal.

    'Tamburlaine the Great' (1590) pt. 1, act 2, sc. 7