Me gusta resumir lo que considero los mensajes de la revolución de Darwin que rompen pedestales en la siguiente afirmación, que podría cantarse varias veces al día, como un mantra Hare Krishna, para fomentar la penetración en el alma: Los seres humanos no son el resultado final de un progreso evolutivo predecible, sino más bien una ocurrencia cósmica fortuita, una ramita diminuta en el arbusto enormemente arborescente de la vida, que, si se replantara a partir de una semilla, es casi seguro que no volvería a crecer esta ramita, o tal vez ninguna ramita con alguna propiedad que quisiéramos llamar conciencia.