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Cuida tu belleza interior, tu belleza espiritual, y eso se reflejará en tu rostro. Tenemos el rostro que creamos a lo largo de los años. Cada mala acción, cada mala falta se reflejará en tu rostro. Dios puede darnos belleza y los genes pueden darnos nuestros rasgos, pero que esa belleza permanezca o cambie lo determinan nuestros pensamientos y nuestras acciones.