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  • La mochila de los metafísicos.- Los que tanto se jactan de la cientificidad de su metafísica no deben recibir respuesta; basta con hurgar en el fardo que, con cierto pudor, mantienen oculto a sus espaldas; si se consigue abrirlo, salen a la luz los productos de esa cientificidad, acompañados de su rubor: un querido señorito Dios, una simpática inmortalidad, tal vez una cierta cantidad de espiritualismo y, en cualquier caso, todo un enmarañado montón de "desdichado pobre pecador" y arrogancia farisea.