Los campesinos desposeídos se abren paso a golpe de tala y quema en las selvas tropicales de América Latina, los nómadas hambrientos llevan sus rebaños a los frágiles pastizales africanos, reduciéndolos a desiertos, y los pequeños agricultores de la India y Filipinas cultivan laderas escarpadas, exponiéndolas al poder erosivo de la lluvia. Quizás la mitad de los más de mil millones de pobres absolutos del mundo están atrapados en una espiral descendente de empobrecimiento ecológico y económico. Desesperados, abusan de la tierra a sabiendas, salvando el presente a costa del futuro.